Un viaje pequeño acompañado de un "guiri" majo llamado Johannes

martes, 19 de agosto de 2008




Honestamente, no hay nada más estimulante para un viajero que viajar con un "guiri" (a menos claro esta que seas uno). Lo cierto es que por mucho que nos metemos con ellos y nos llama la atención su particular forma de combinar chanclas con calcetines "tenisesport" debo decir, en honor a la verdad, que realmente si que saben como viajar los muy condenados. Hace no mucho tuve la ocasión de comprobar en mi propia piel esto en un viaje que hicimos un chico que vino de intercambio a mi casa y yo. Lo cierto es que Johannes (también llamado Cojones o Darth Vader), el chico de intercambio, después de un estimulante pero no por ello menos duro mes en Valladolid haciendo un curso intensivo de español decidió irse a dar una vuelta por el norte de España. Tampoco tenía mucho tiempo así que poco podía ver el chaval por muchas ganas que tuviese. Después de pasarse horas delante de un mapa, otras cuantas delante del ordenador mirando los horarios y después de que un servidor hiciese de contable y asesor financiero de un alemán (quien lo diría) emprendimos la marcha. Como mi padre y mis hermanos iban a ir a Madrid a visitar el zoológico, aprovechamos el empujón que nos dieron hasta la estación de tren. Como es típico en mi padre, llegamos tan justos de tiempo que pensábamos que lo perdíamos. Y de hecho lo pensamos porque cuando llegamos a la Estación del Norte a las 6:10 de la mañana (hora de salida del tren) de un viernes y fuimos hasta la vía tres, el tren ya no estaba. ¿que si nos estábamos cagando en todo?. Supongo que mi padre y Johannes si, no lo sabría decir con seguridad (el carácter tranquilo de los que tienen sangre de Alemania o de esos lares me lo impedía saberlo). Sin embargo amigos (mentira) lectores os puedo decir que un servidor si que se estaba cagando en todo. Pero como es habitual tenia como compañera de viaje, además de a mi querido Johannnes, a mi mas querida amiga la Suerte. El tren tenia un retraso de 10 minutos, noticia que nos alegró la mañana y un poco el corazón. Sin embargo (y es lo que tiene ser supersticioso) yo me ola que algún que otro percance, esperaba que nada grave, tendríamos durante nuestro viaje.



El viaje a Madrid fue bastante tranquilo mayormente porque el hecho de acostarte a las 3 de la madrugada después de haber estado jugando con una manta térmica envolviendo a mi hermano y sacándole fotos te deja muerto. Sobre todo porque luego nos teníamos que despertar a las 5:30 de la mañana. Como comprenderéis pocas son las ganas que te quedan de quedarte despierto en el tren. Después de casi tres horas de viaje en tren (el retraso del tren no acabó en la Estación del Norte) llegamos hambrientos y empanados a la estación de Chamartín. Afortunadamente Paco, un amigo de mi padre, nos invitó a chocolates, cafés, churros y donuts. Reparador.


Y es en este punto donde Johannes y yo empezamos nuestra travesía. Lo cierto es que el viaje en metro fue bastante tranquilo. Nos bajamos en Nuevos Ministerios por recomendación de Paco (nunca le hagáis caso a Paco en estos temas) y nos perdimos. Subimos por una calle, bajamos por otra, giramos a la izquierda y luego a la derecha pero nada, no conseguiamos guiarnos así que nos decidimos a hacer lo que todo perdido hace: recurrir a un mapa. Fuimos a la boca de metro y nos guiamos por el mapa que te muestra la posición de las estaciones. Total, que fuimos siguiendo la linea de metro por superficie hasta que la mirada me deleitó con la vista de uno de los sitios que mas me gustan en este mundo: la Plaza del Sol. Llegamos allí, le mostré a mi germánico amigo el cartel de Tío Pepe e íbamos a comer en esa cafetería que hay en en la Plaza del Sol de la que nunca me acuerdo el nombre pero nos dimos cuenta de que estaba hasta el culo y nos daba pereza hacer cola con lo que fuimos a un super y compramos comida. A Johannes empezó a dolerle el pie y en mitad de la Gran Vía se quito el zapato y anduvo sin el un rato hasta que se le quito el dolor. Después de estar todo el día recorriendo la Gran Vía, nos echamos en el Parque del Retiro un par de horas donde unos italianos tomaron fotos de nuestra singular forma de dormir (espatarraos en el césped) y un chihuahua me lamió toda la cara, posterior risa de unas chicas italianas que nos miraban con curiosidad (estábamos atrayendo pájaros con pan y luego intentábamos cogerlos). Nos despertamos de la siesta después de haber oído un ruido raro (un pájaro nos cago el mapa de Madrid que Johannes por alguna razón ajena a mi conocimiento había extendido en el suelo) y nos volvimos a Chamartín a esperar el tren.


En la estación conocimos a unos argentinos que practicaban un deporte a caballo que se jugaba con una especie de balón de fútbol con asas. Es resumen, un deporte interesante pero unos jugadores muy pedantes. Subimos al tren emocionados porque yo hacia muchísimo que no subía a un tren hotel y mi amigo germánico nunca lo había hecho (allí en Alemania deben de ser carisimos). Sin embargo nos llevamos un chasco bastante importante al darnos cuenta que el vagón que nos habían asignado no tenia camas sino sillas con lo que nuestros ánimos decayeron bastante. Le dije a mi amigo Johannes que no pasaba nada, que ya exploraríamos el tren. Nos sentamos en nuestros respectivos sitios (que estaban separados) y me tocó al lado de un ingles bastante simpático, me ofreció Pringles y todo jeje. A Johannes le toco la lotería: a su lado se sentó un pakistaní por lo visto bastante conversador a la par que pesao que no hizo mas que darle conversación al pobre. Algunas de las personas del vagón eran bastante simpáticas, por ejemplo conocí a unas scouts italianas bastante simpáticas y con las que estuve hablando de escultismo y de viajes un rato largo. Habían unas gallegas que iban atrás despotricando contra sus novios. Yo es que me meaba. Y como personajes estrellas de la noche tenemos a los ingleses que se sentaron a mi lado. Nos pasamos dos horas "jugando" al póker apostando lonchas de salchichón jeje. Después de mucho tiempo sentado decidí que era hora de sacar a mi amigo germánico de su pakistaní sacrificio y nos fuimos a dar una vuelta a explorar el tren. fuimos hasta los vagones de servicio del tren donde había ventanas de estas que se abrían y nos dio el viento en la cara. También nos encontramos a una chica bastante rara que tenía una cara yonqui que no podía con ella y la verdad es que nos dio hasta miedo jeje. Nos colamos en los vagones de clase supra o algo así y la verdad es que tendríamos que haber ido en esa clase y no en tercera jaaja. Volvimos a nuestro sitios e intentamos dormir, tarea harto difícil. Estuvimos el ingles que se sentó a mi lado y yo intentando dormir de mil posturas distintas. Llegamos a apoyarnos en las mesillas que hay en los respaldos de las sillas jaja. Después de 9 horas y media de viaje y de tener el culo plano, llegamos a nuestra ansiada Santiago de Compostela donde hacia un frio de pelotas. Debo decir que la primera imagen que tuve según me baje del tren fue espectacular y digna de foto (la foto de arriba), asi que saque mi moderna pero no por ello menos anticuada camara réflex de carrete y la tomé. Aquí fue donde mi amigo Johannes y yo separamos nuestros caminos, el se fue a La Coruña y yo me quedé en Santiago. Lo cierto es que pensé que no lo echaría de menos pero si, tengo que admitir que como compañero de habitación no lo echaría de menos (ronca y resopla como un caballo), pero como compañero de viaje si. Debo decir que me esperaba otra cosa de Santiago. Yo me esperaba encontrar una ciudad llena de peregrinos pero podría afirmar que en la calle en toda Santiago no habían mas de 200 personas (policías y taxistas incluidos jaja) con lo que la ciudad estaba sola, fría y gris. Sin embargo debo decir que la ciudad es muy bonita con su casco antiguo lleno de callejones.


Abandoné Santiago a las 6 de la tarde y me subí en un autobús rumbo a Santander. Llevaba días esperando coger ese autobús, aunque sabía que eran casi 10 horas de viaje, valían la pena. Iba a ver a mi querida Zanahoria. Lo cierto, y que quede entre nosotros es que odio ir en autobús pero era la única forma de ir a Santander desde Santiago con lo que no me quedó mas remedio. Lo cierto es que el viaje fue bastante denso y pesado. Cuando llegué a Santander me encontré con una recepción encabezada por Zanahoria y algunos de sus amigos que realmente me hizo mucha ilusión. Ahí aproveché a descansar un par de días y reponerme para volver a casa con la mochila igual de pesada, con un par de carretes de recuerdos y con un saco de experiencias para compartir con los amigos que es en el fondo la causa por la que se viaja.

Las Horas

sábado, 16 de agosto de 2008

El aire frio rompe las fronteras
los limites del tiempo,
los relojes
que el cielo graba allá
en la lejanía,
donde la luz combate con los montes.
Como si sostuvieran la verdad
y la ocultasen dentro de las sombras,
las horas
son fantasmas que nos guían.
La tierra muerta está llena de voces.
Sin duda lloverá
sobre el amor:
despacio, pasará nuestra memoria
a recoger la herida del silencio,
a recoger la huella de los hombres.

Alejandro López Andrada

Starting engines

3, 2, 1... go, go, go. Bueno, por fin. Después de un largo entrenamiento y muchas horas de vuelo con instructor, llego el momento encender motores y de volar por fin en solitario en el tema este de los blogs. Lo cierto es que la idea de hacer uno fue un poco porque me aburria (quien dice un poco dice un huevo) asi que me fui a la sala de ordenadores del trabajo y me hice uno. Porque yo lo valgo. Despues de pensar mucho un nombre me harte (las neuronas griparon) y puse lo primero que se me ocurrió.

Deciros que este es un blog abierto a aquellas personas a las que les guste viajar, leer, escribir, los aviones, los coches, la fotografia y cualquier otra cosa pero sobre todo a personas soñadoras a las que no les importe hacer un poco el ridiculo con tal de ser felices.
Un saludo a todos, over.